martes, 4 de febrero de 2014

Cuando menos piensas, sale el sol

El vértice más fino y afilado del acantilado
devastador desaliento ante el precipicio que se vislumbra desde tan alto
y te dispones a cerrar los ojos, cruzar los brazos y dar el último paso hacia delante.

Inquietante ultimo segundo de miedo embriagador, que conmueve, te hace echar la vista atrás y equilibrar los pasos dados: y sí, es cierto, que solo estos y ninguno más son los que te han llevado a querer saltar, lanzarlo todo al vacío; pero también han sido estos, y solo estos los que han movido tus pies durante un camino que creías olvidado, conociendo rutas nuevas que jamás pensarías que existieran; mil piedras y gravilla que se te mete en los zapatos y molesta mientras andas.

Y entonces sonríes, y te das cuenta justo en ese momento; que el camino diario de hora y media era más que compensado.
Reaccionas, das un paso atrás, admiras todo lo avanzado.
Lo más complicado ha acabado, ahora solo queda disfrutar de la dulce brisa que nos impulsa de la mano y lo único que lanzas al vacío es la desgana, desilusión y mil papeles mojados de lágrimas que ya no harán más falta sostener.