Que los idiomas envenenados de las bípedas lenguas no atenten contra nuestra fuerza.
Que aún lloro si te veo lejos.
Que aún río cuando te pienso.
Que aún te quiero, porque jamás dejé de hacerlo.
Que la burbuja de lágrimas que yo misma construí, nos protege a ti y a mi.
Porque esa burbuja un día me protegió de ti y porque esas lágrimas llevaban todas tu nombre.
Que si te veo lejos, aún lloro.
Que si te pienso, aún río.
Y que nunca dejé de hacerlo y que a día de hoy no tengo pretensión de ello.